Había una vez una chica llamada Alba que quería tener un gato. Un día sus padres se lo compraron. Ella se estaba pensando el nombre que le iba a poner y decía que tenía que ser el mejor nombre de gato del mundo. Tras pensar y pensar, decidió que se iba a llamar “Selmer”. Cuando sus padres se fueron a comprar, Alba no paraba de dar vueltas por su habitación pensando cómo sería. Pasaron las horas y por fin llamaron al timbre de su casa eran sus padres que traían un gato muy peludo, moreno claro y pequeño. Alba pensó que Selmer era el mejor nombre para un gato. Pasaron los años y el gato se hacía cada vez más grande, pero aún así, Selmer tenía tantas ganas de jugar como cuando entró en aquella casa… igual que su dueña.
Alba Rubio
5º Primaria. CRA Orba, Muel
11 años
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